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miércoles, 13 de julio de 2016

CRÍTICA TAXI TEHERÁN (2015), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Un taxi recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán. Va recogiendo todo tipo de pasajeros: hombres, mujeres, ancianos, amigos y conocidos, niños...Y todos ellos tienen algo que contar y no tienen reparos a expresar libremente su opinión cuando el conductor les pregunta. Y el conductor no es otro que el director de la película, Jafar Panahi, que nos muestra el interior de su taxi y el caos de las calles de Teherán con una cámara colocada en el salpicadero, capturando el espíritu de la sociedad iraní.

El director iraní Jafar Panahi no puede hacer cine, no puede hacer cine en su país, puede hacerlo fuera de su país pero no le dejan salir de su país, así que no le dejan hacer cine en ningún sitio. El régimen iraní le condenó en 2010 a no salir del país y a no poder dirigir una película durante 20 años, así que Panahi no tiene más remedio que hacer películas en la clandestinidad, jugándosela a que le detengan, le “interroguen” y le encarcelen otra vez.

Pero Panahi ha seguido haciendo película, y “Taxi Teherán” es su película más reciente, ganadora del Oso de Berlín y del Premio FIPRESCI en la 65ª edición de la Berlinale.

La película, rodada a modo de falso documental, hace que el espectador se cuestione si los personajes son pasajeros reales o está todo guionizado. Claramente está todo guionizado, pero de tal manera que los personajes no dejan de ser personas reales. Al final la película retrata la “realidad sórdida” que el régimen iraní pretende censurar, y Panahi lo hace de la mejor manera posible usando el método del falso documental. Vemos, por ejemplo, como el personaje de la sobrina del director, interpretada por la sobrina del director en la vida real, trata de capturar la realidad no sórdida de la sociedad iraní, pero no lo consigue por el simple motivo de que la “realidad sórdida” no desaparece por ignorarla o censurarla, seguirá existiendo, seguirá estando ahí. La “realidad sórdida” que el régimen iraní no quiere que los iraníes vean es la realidad común, el día de día de la sociedad iraní. Es absurdo que el régimen iraní pretenda que los iraníes no vean lo que considera “realidad sórdida” censurándola en el cine porque esa realidad los iraníes la tienen a su alrededor, la ven día a día, forma parte de sus vidas, es su realidad, en la que ellos viven.


Al retratar la “realidad sórdida” con esta película Panahi critica fuertemente al régimen iraní por su absurda, ilógica e ineficaz censura, y el espectador se torna consciente de ello. Pero a pesar de que está claramente centrada en el caso iraní, la reflexión de esta película es extrapolable a otros países que sufren déficit de democracia. “Taxi Teherán” resulta una crítica al fascismo en general, a cualquier régimen totalitario que pretende eliminar la realidad que no le gusta a base de ignorarla y censurarla o considerándola “sórdida”.

La reflexión a la que lleva la película consigue sortear sus limitaciones formales, que resultan apreciables, pero perdonables y comprensivos. Al fin y al cabo en “Taxi Teherán” los obstáculos que impiden una mejor forma precisamente consiguen que se pueda apreciar mejor el contenido.

“Taxi Teherán” no es perfecta, pero su visionado es muy recomendable. Quien escribe la ha visto dos veces en dos días seguidos, y no tiene duda de que la volverá a ver más veces.

Mi calificación es: