Sinopsis: Juraron que no se verían las caras nunca más pero, por una cantidad razonable de dinero, están dispuestos a hacer una excepción. Los hermanos Osorio, glorias olvidadas de la música electrónica de los 90 con el grupo Supergalactic, años después han tocado fondo, totalmente olvidados. Cuando les contratan para ir juntos a dar el pregón en su pueblo natal no imaginan la que se les viene encima. Sus intenciones de llegar, ganar el dinero y salir corriendo se ven truncadas por planes secretos, hordas de fans y tradiciones ancestrales.
La tercera película del propiamente llamado director Dani de la Orden (Brett Ratner también dice ser director de cine) es una comedia que tiene tanta gracia como una caja de cerillas. Tercera película si damos generosamente por hecho que sus “Barcelona, noche de estrella damm” son películas y no sólo anuncios de estrella damm y videoclips de Joan Dausà. Eso ya a criterio de cada uno, para mí esta es la ópera prima de Dani de la Orden.
Conocí a Dani de la Orden una vez, fui a una MasterClass que dio hace un par de meses en Plató de Cinema. Estrambótico sujeto, no tuvo que abrir mucho la puerta para entrar en clase, una mina de lápiz es más grueso que él. Personalmente me puso muy nervioso, tratando de hacer una corona de espinas con un cable usb y probando posturas de yoga encima de una mesa que hacía estragos de caerse. Yo tampoco soy muy normal, pero si me hubiesen pedido que dirigiera “El pregón” ni me hubiera molestado en corregir el guión, directamente lo hubiese tirado a la papelera o se lo hubiese dado a un jardinero para que lo usara como abono.
El montaje no es mucho mejor. En la MasterClass Dani de la Orden mostró dos versiones del inicio de “El pregón”. La primera versión tenía un montaje correcto pero el ritmo no era el adecuado, era un ritmo no lento pero casi. La segunda versión, tal como estaba montada, tenía un ritmo más acelerado, demasiado acelerado, el inicio de la película se hacía apresurado, toda la película tiene un ritmo demasiado apresurado. No ser lento no significa ser apresurado, hay términos medios, pero Dani de la Orden no sabe conseguir dar esos términos medios. Un profesor que he tenido en la escuela de cine me enseñó que el ritmo no se construye en el montaje, sino en el rodaje, y que quien pretenda marcar el ritmo de una película en el montaje, y no en el rodaje, le saldrá mal. Eso es lo que le ha pasado a Dani de la Orden en “El pregón”.
Las actuaciones de Andreu Buenafuente, Berto Romero, Jorge Sanz y Belén Cuesta, aunque correctas, no terminan de hacer amena una película que consiste en un desfile de gags y momentos de humor pobres y de mal gusto. Los títulos de crédito finales son más divertidos y hacen más gracia que el resto de la película. No sólo son aquellos momentos más propios de una película de Torrente que de cualquier otra película de humor, sino los momentos supuestamente “cómicos” basados en una exageración ofensiva del cliché de que la gente de pueblo es paleta, portera, burda y palurda. Antes de hacer “El pregón” Dani de la Orden debería haber visto atentamente películas cómo “Atrapado en el tiempo”, y no “Rústicos en Dinerolandia”.
“El pregón” se va tan ricamente a la papelera de mi escritorio, y espero que el próximo trabajo de Dani de la Orden sea como equilibrista en el Cirque du Soleil o como enrollador de cables usb, eso se le daría mejor que intentar hacer buenas películas.
Lo mejor: Que se acaba.
Lo peor: Que películas como esta o como las de “Ocho apellidos...” sean más y mejor pregonadas y más y mejor distribuidas que propuestas como “B”, “Loreak” o “Quatretondeta”. Con eso la gente inevitablemente piensa que la cinematografía española sólo ofrece “comedias” tontorronas, cuando también ofrece propuestas interesantes, atractivas y muy conseguidas que no consiguen ser tan anunciadas ni tan distribuidas y por lo tanto el público no las conoce tanto y a veces ni siquiera la estrenan en su ciudad para que pueda verlas.
Mi calificación es:
