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sábado, 23 de abril de 2016

CRÍTICA TRUMBO (2015), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: A finales de los años 40 Dalton Trumbo es uno de los guionistas más cotizados de Hollywood, pero cuando, junto con otros nueve colegas, se niega a responder a los interrogatorios de la Comisión de Actividades Antiamericanas y delatar a sus colegas de profesión por sus ideas políticas, comienza un tormentoso periplo que le lleva a pasar unos meses en prisión y le convierte en un apestado de la industria y de la sociedad estadounidense.

Obligado a firmar sus guiones de forma anónima y a trabajar a destajo para productores de serie B, vive durante años obsesionado con la idea de demostrar a base de trabajo anónimo la futilidad de la caza de brujas. Finalmente, y con el apoyo público de personalidad como Kirk Douglas y Otto Preminger, revelará que es el autor real de dos guiones premiados con el Oscar: “Vacaciones en Roma” y “El bravo”.

La caza de brujas no sólo es un episodio negro de la historia de Estados Unidos, sino también de la industria cinematográfica de Hollywood, en la que muchos profesionales denunciaron a amigos y compañeros de profesión, fuese por diferencias ideológicas y políticas, por miedo a las consecuencias de no colaborar con la paranoia del Senador Joseph McCarthy, o ambas cosas. Otros profesionales de la industria vieron sus vidas laboral, familiar y privada alteradas de manera muy negativa por esta vergonzosa sinrazón, por éste lamentable sinsentido.

La película no sólo muestra una parte de la vida de Donald Trumbo, que también, sino que habla de la libertad de expresión e ideológica como tema central. Trumbo no disimulaba sus ideas de izquierda en un país que, desde el fin de la Primera Guerra Mundial, se inclinaba políticamente a la derecha, a pesar de tener una Constitución bastante liberal. Precisamente en dicha Constitución, en su primera y quinta enmienda, se basaba Trumbo para defender su derecho a ser comunista, a expresar su ideas comunistas con libertad y a no incriminarse de nada. La sociedad estadounidense en su mayoría, y también la clase política estadounidense, vería el comunismo como una amenaza a su sistema de libertades y democracia, y combatieron a ese enemigo de tal manera que renunciaron a aquello que temían que el enemigo pretendiera quitarles, su sistema de libertades y democracia, un error que Estados Unidos ha ido cometiendo desde entonces reiteradamente.


Eso contrasta mucho con la industria de cine Hollywood, de corte más bien liberal, y no sólo crítica con Estados Unidos, sino también consigue misma en no pocas ocasiones. “Trumbo” es el más reciente ejemplo, pero no el último, de la independencia de la industria del cine de Estados Unidos con respecto a los intereses partidistas del gobierno de dicho país, tanta independencia como para permitirse ahondar en la historia negra de Estados Unidos, criticar al país por dichos episodios vergonzosos, y no temer represalias al respecto. No se puede decir lo mismo, por ejemplo, de la cinematografía china, sometida a control y censura por el régimen chino, que procura con especial atención el fracaso de todo aquel que pretenda rodar una película sobre la gran hambruna, la revolución cultural, la masacre de Tiananmen o la persecución a los practicantes de Falun Dafa. Esa es una buena manera de medir la calidad democrática de un país, la capacidad que tiene la cinematografía de dicho país para ahondar en los episodios negros de su historia y criticarlo por ello.

Centrándonos en la película que nos ocupa, “Trumbo” incurre en la mayoría de los tópicos del subgénero de los biopics, desde el conflicto entre las pasiones ideológicas del protagonista y sus responsabilidades familiares hasta la planalidad y unidimensionalidad del antagonista, pasando por el siempre presente personaje de la esposa con la que hay rifirrafes de convivencia pero que termina siendo comprensiva y el discurso final resumiendo el mensaje de la película.

Para ser esta una película sobre uno de los mejores guionistas de Hollywood, no se han matado mucho con el guión. Habría que preguntarse qué pensaría Donald Trumbo sobre el guión de esta película sobre él, seguramente agradecería que por lo menos no lo hubiese escrito Graham Moore.


El director muestra una incapacidad considerable para recrear de forma coherente un episodio tan infame de la historia de los Estados Unidos como fue la caza de brujas, usando a lo largo de todo el metraje tonalidades pasteladas que no pegan para nada con lo que está viendo el espectador. “Buenas noches y buena suerte” es un ejemplo de buena recreación, no de la época, que también, sino de situación. La película de George Clooney muestra los efectos del mcchartysmo en blanco y negro, en tonalidades desaturadas y apagadas, no en tonalidad fiesta de aniversario de niña de ocho años en el chikipark. Eso, dejando de lado el tufillo a telefilm que desprende “Trumbo”.

Sin embargo no todo está mal en la película. La recreación de la época (que no de la situación) está muy trabajada, la fotografía bien cuidada, y las actuaciones de todo el reparto están muy bien. Por supuesto cabe destacar el increíble trabajo de Bryan Cranston interpretando a Donald Trumbo, un trabajo interpretativo por el que merecía más el Oscar que DiCaprio. Sin olvidarnos tampoco de Diane Lane, Helen Mirren y John Goodman, que destacan tanto como Cranston.

Lo mejor: Bryan Cranston, Diane Lane, Helen Mirren y John Goodman.

Lo peor: La equivocada manera de recrear cromáticamente la caza de brujas. Fue algo serio y oscuro, no un paseo por el parque con el perro en primavera en el país del algodón de azúcar del planeta Felisonia.

Mi calificación es: