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miércoles, 23 de septiembre de 2015

CRÍTICA B (2015), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: El 15 de julio de 2013 el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, es trasladado desde la prisión para declarar en la Audiencia Nacional ante el juez Ruz. Durante cinco horas Bárcenas declaró que desde hacía veinte años existía en el Partido Popular una contabilidad B que él controlaba, y que todos los dirigentes del partido, incluyendo el actual Presidente del Gobierno de España Mariano Rajoy, conocían dicha contabilidad y recibían sobresueldos en metálico.

En el ensayo “El Dilema: 600 días de vértigo” el anterior presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, documenta las decisiones que tomó en su segunda legislatura para hacer frente a la crisis económica. Pese a que el libro se vendió como una autobiografía, únicamente resultaba ser un análisis académico documentalista en primera persona. El autor muestra los hechos desde su punto de vista, y a la vez aporta documentos y hechos objetivos.

“B” resulta igual de analíticamente académica que la obra de Zapatero. No es una representación de unos hechos en concreto, sino una recreación, una reproducción. Mayormente, cuando se representa en el cine unos hechos ocurridos realmente, se tiende a “ficcionar”, en mayor o menor medida, para dotar al film de un dramatismo que aligere la narrativa y dinamice el ritmo. Casos como los de “Fènix 11-23” o “23-F, la película” son ejemplos de lo expuesto dentro de la cinematografía española. Sin embargo “B” resulta atrevidamente opuesto a lo que ortodoxamente se suele plantear cuando se hace una película basada en hechos reales, puesto que “B” no se basa en hechos reales, “B” son los hecho reales. El guión de la película es la declaración de Luis Bárcenas ante el juez Ruz en la Audiencia Nacional, no hay diálogos inventados ni “dramatizados”, es simplemente la misma declaración hecha de nuevo, grabada como mejor le ha parecido al director, y actores sustituyendo a las personas que estaban en la sala durante la declaración.

A pesar de que hay momentos en que la determinación de ser tan fiel a los hechos como para repetir los mismos hechos pasa factura al ritmo del film, no es menos cierto que la película no pretende otra cosa ni se ha vendido como algo diferente, lo que muestra que sus responsables son honestos con los espectadores y con el público, algo que lamentablemente muy pocos son al promocionar una película.


La película compensa la excesiva densidad del relato en algunas ocasiones con una evidente intención de crítica y denuncia contra la sistemática y descarada corrupción del partido del que forma parte el Gobierno de España. Hecho admirable, teniendo en cuenta que en la cinematografía española son contadas las películas hechas con la intención de criticar la corrupción existente en nuestro sistema político, judicial o económico. “Asier ETA biok”, “Fènix 11-23” y “Escuchando al juez Garzón” son algunos de los escasos ejemplos críticos contra la élite política y jurídica en España.

Sin embargo, lo que más llama la atención es el trabajo de Pedro Casablanc como Luis Bárcenas y de Manolo Solo como el juez Ruz. Del mismo modo que hacía Denis Podalydès como Nicolas Sarkozy en “La Conquète” o Toni Servillo como Giulio Andreotti en “Il Divo”, Casablanc y Solo no tratan de imitar a las personas a las que encarnan, más allá del parecido físico con o sin maquillaje, sino que tratan de actuar centrándose no en los gestos de los personajes sino en lo que sentían y pensaban. Resulta una manera arriesgada de interpretar a un personaje real, sobre todo cuando resulta menos complicado y más efectivo tratar de imitarlo y actuar del modo en que actuaba el personaje, algo que podemos observar en la interpretación que hizo Anthony Hopkins de Richard Nixon en “Nixon” o la interpretación de Luis Iriondo como Lluís Companys en “Companys, procés a Catalunya”. A pesar de eso, Casablanc y Solo consiguen un excelente resultado con su manera de interpretar a sus personajes, ofreciendo al espectador unas actuaciones impresionantes.

En conclusión. A pesar de que el resultado final es mejorable, “B” resulta una propuesta admirable por su atrevimiento, y de visionado muy recomendable, sobre todo para espectadores a quienes les guste el cine de denuncia política.

Mi calificación es: