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domingo, 15 de marzo de 2015

CRÍTICA CINCUENTA SOMBRAS DE GREY (2.015), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Cuando Anastasia Steele, una estudiante universitaria de filología inglesa, recibe el encargo de entrevistar al popular y joven empresario Christian Grey, un millonario de 27 años, queda impresionado ante su extraordinario atractivo. Anna intenta olvidarlo, pero no lo consigue. Cuando la pareja, por fin, inicia una apasionada relación, a Ana le sorprenden las prácticas eróticas de Grey.

“Cincuenta sombras de Grey” es una obra calificada generosamente de película cuyo éxito se me antoja incomprensible. El último trabajo de la directora Sam Taylor-Johnson no funciona como film erótico, ni como film romántico, ni como film ni como nada en general.

El guión tiene la misma calidad artística que los excrementos que deposito en el inodoro cuando sufro diarrea, en comparación el guión de “Crepúsculo” parece una obra de William Shekaspeare. Hay momentos y diálogos que parecen más de una película de parodias como “Scary Movie” que no de una obra fílmica que pretende ser seria.

La pareja de actores protagonistas, Dakota Johnson y Jamie Dornan, simplemente están horribles. A Dakota Johnson se lo perdono, porque no es mala actriz, sencillamente no puede hacer una buena actuación en base al pobre material en el que se inspira, y aun así resulta evidente que la chica se ha esforzado en hacer su trabajo lo mejor que ha sabido. Pero Jamie Dornan es muy mal actor, y no sólo no sabe actuar sino que ni siquiera sabe moverse, algo muy triste teniendo en cuenta que lo mínimo que se pide y se espera de alguien que ha trabajado como modelo es que sepa moverse. Asumo que cuando duerme ni siquiera sabe estarse quieto. Los demás actores están bien, sobretodo Marcia Gay Harden, que apareciendo sólo tres minutos demuestra actuar un millón de veces mejor que Dornan en dos horas de metraje.

La dirección de Taylor-Johnson es equívoca e ilógica. “Cincuenta sombras e Grey”, teóricamente, debería ser un romance erótico, y la directora no consigue que sea ni romántica ni erótica. Dirige tan mal que ni siquiera consigue que sea seria.


Taylor-Johnson dirige “Cincuenta sombras de Grey” como si estuviera dirigiendo un episodio de una serie romántica adolescente-juvenil, como “Gossip Girl”, “The O.C.”, “One Tree Hill”, “Las chicas Gilmore”, “Dawson’s Creek” o “Heartbreak High”, sólo que con personajes de edad mayor y mentalidad menor. Si se hubiese inspirado más en “Popular” o “My so-called life” tal vez hubiese conseguido que los personajes protagonistas tuvieran un mínimo de sustancia que generara algo de interés al espectador.

En cuanto al aspecto visual, el empeño de la directora por hacer que cada plano parezca un anuncio de productos caros y de marca anunciados por modelos bonicos que suelen aparecer en la contraportada y entre las páginas de las revistas que se suelen encontrar en las salas de espera de consultas médicas termina por convertir el film en eso, un catálogo de anuncios de productos caros y de marca anunciados por modelos bonicos que suelen aparecer en la contraportada y entre las páginas de las revistas que se suelen encontrar en las salas de espera de consultas médicas. Ese es el único atractivo visual del film, pero que no aporta nada en el desarrollo de la historia ni en el ritmo de la narrativa. La película se hace aburrida, tediosa e insufrible. A los cinco minutos el espectador ya desea que se termine la película.

El film está muy mal montado, sobre todo en las escenas de sexo, que juntas no llegan a los tres minutos de duración en dos interminables horas metraje, y el supuesto “sadomasoquismo” ni siquiera es tal, lo más fuerte que se ve son unos azotes con un cinturón en el trasero, una práctica sexual normal que cualquier pareja puede experimentar y que ni siquiera se puede considerar sado. El erotismo del que supuestamente alardea “Cincuenta sombras de Grey” es inexistente. Las escenas de sexo son cuatro, muy cortas, y ni siquiera son excitantes. Así de mal han sido rodadas y montadas. Directores como Paul Verhoven o Joel Schumacher habrían hecho de “Cincuenta sombras de Grey” un film erótico de verdad, y no un sucedáneo decepcionante.

Si el film de Taylor-Johnson fracasa como película erótica, como película romántica no es menos reprochable. Prefiero mil veces el romance de “Crepúsculo”, que mira que me parece petulante, pero al menos no me da asco, y eso que estamos hablando de una chica que se debate entre follarse a un murciélago que brilla o follarse a un perro con abdominales en la espalda. La relación entre los dos protagonistas simplemente es inverosímil, no tiene ninguna credibilidad ni convence al espectador, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que los personajes ni son verosímiles, ni tienen credibilidad ni convencen al espectador. Es un cuento de hadas que pretende ser realista sin conseguirlo.


Los personajes de Grey y Anastasia son unos follados de la cabeza, unos comidos de la olla; egoístas, miserables, mezquinos, ruines, perversos, canallas, viles… personajes totalmente despreciables.

Lo peor del film no es su miserable y conservador intento de denigrar cualquier diversión sexual, tachando a los que la practican de perturbados mentales que necesitan un urgente tratamiento psiquiátrico. Tampoco se puede considerar como lo peor del film que éste sea una muestra del trato denigrante a la mujer como ejemplo a seguir en la vida, relegándola a un papel de sumisa frente al hombre, transmitiendo un mensaje machista.

Lo que hace de “Cincuenta sombras de Grey” una de las películas más asquerosas que he visto en la vida es su pretensión de convencer al espectador de que la sociedad ha de vivir en el mundo imaginado por las pajas mentales de ese farsante que era Frank Raymond Leavis, supuesto ensayista intelectual que no albergaba en su minúsculo cerebro una pizca de sentido común ni un mínimo de coeficiente intelectual con el que se le pudiera considerar razonablemente como un ser inteligente.

La película viene a decir, puesto que ejemplifica dichas ideas formuladas por Leavis en la cúspide de su subnormalidad máxima, que la única y verdadera sociedad democrática liberal que pueda existir con éxito debe tener una base paternalista, es decir, que esté tutelada y supervisada por la élite del poder económico, asegurándole a éste el derecho de pernada sobre los demás seres humanos, y formando a estos en una arcaica cultura de masas consumista, una sociedad dónde sólo puedes alcanzar el éxito si eres guapo y eres rico pudiendo mirar por encima del hombro a los fracasados que no lo son. Este farsante e hipócrita estilo de vida la película la muestra como el camino a seguir para ser feliz, anteponiendo el dinero y el atractivo físico a los sentimientos de las personas. El imbécil de Leavis lo llamaría como quisiera, pero en mi pueblo de toda la vida Dios que eso es dictadura.

“Cincuenta sombras de Grey” se va tan ricamente a la mierda, y espero que las secuelas (que no veré) las hagan pronto, para así poder ver antes las parodias porno, que sí disfrutaré y sí me excitarán.

Lo mejor: Marcia Gay Harden

Lo peor: Todo lo demás

Mi calificación es: